PLATEROS DEL REINO DE GUATEMALA

Ordenanzas para el Gremio de Plateros y Batihojas del reino de Guatemala (año de 1745) según la transcripción que de la portada de las Ordenanzas hizo Toribio Medina en la p. 97 del t. II, vol. I, de la edición segunda de su obra intitulada La imprenta en Guatemala, realizada en la Tipografía Nacional de Guatemala en el año de 1960

PLATEROS DEL REINO DE GUATEMALA

Por Edgar Juan Aparicio y Aparicio, marqués de Vistabella, (1910-1982) y Luis Alfonso Felipe Rodrigo Ortega Aparicio, académico de número de la Academia Guatemalteca de Estudios Genealógicos, Heráldicos e Históricos, promovido a tal categoría el 14 de marzo de 1996

Introducción:

He decidido, por buscar datar el inicio legal y organizado del arte de la Platería en el reino de Guatemala, emplear esta introducción para comunicar que en el año de 1758, y en la ciudad de Santiago de Guatemala (hoy la Antigua Guatemala) don Diego Gameros (Diego de Cameros) maestro de ensayador, marcador, fundidor y balanzario del reino consabido, solicitó la aprobación de las ordenanzas que él hizo para el Gremio de Plateros de aquel lugar, posiblemente distintas a aquellas que, para el Gremio de Plateros y Batihojas de la Muy Noble y Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, nuevamente mandó hacer, para arreglar dicho Gremio, el muy ilustre señor don Tomás de Ribera y Santa Cruz, del Consejo de Su Majestad Católica, presidente de la Real Audiencia, gobernador y capitán general del reino de Guatemala, establecidas por ese gobernante el 27 de marzo de 1745, e impresas el mismo año, con licencia del Superior Gobierno, en la imprenta del Lic. don Cristóbal de Hincapié Meléndez, de conformidad con la transcripción de la portada de las ordenanzas sabidas, cuya imagen está reproducida al principio de este estudio, aprobadas, estas últimas, mediante una Real Cédula dada por don Carlos III, rey de España (1759-1788) el 12 de octubre de 1776.

En la ciudad de Santiago de Guatemala las tiendas de plateros ya tenían abiertas sus puertas al público en el año de 1772, pues por su visita, realizada a esas tiendas, en aquel tiempo, el maestro ensayador de la Casa de Moneda del reino de Guatemala presentó su informe relativo al caso en el año señalado.

En el año de 1783 el Gremio de Plateros de la Nueva Guatemala de la Asunción pidió que fuera depositada en la Casa de Moneda la plata que el gremio labrara.

Bautizados en la ciudad de Santiago de Guatemala, cuyos padres eran plateros

Siglo XVI

Domingo, hijo legítimo de Alonso de Monroy, de oficio platero, y de Luisa González. Bautizado el domingo 12 de agosto de 1584.

Siglo XVII

Jacinto, hijo legítimo del oficial de platero Bartolomé de Molina y de María de Figueroa. Fue su padrino Nicolás Sánchez Regniso? (oficial de platero). 15 de agosto, 5 de la tarde, de 1639.

Nicolasa, hija legítima del oficial de platero Bartolomé de Molina y de María de Figueroa. Fueron sus padrinos don Manuel de Carranza y su mujer doña Margarita de Siscobal. La criatura nació el 1 de octubre de 1641.

Plateros que contrajeron matrimonio en la ciudad de Santiago de Guatemala

Siglo XVII

Diego de Beintemilla contrajo nupcias el 14 de octubre de 1613 con Juana Rodríguez. Él, oficial de platero y natural de la ciudad de Santiago de Guatemala. Ella, apellidada Rodríguez de Arteaga.

Andrés de Solórzano,efectuó su unión marital el 10 de octubre de 1620, con Bárbara Gómez. El, platero. Ella, hija legítima de Gaspar Pérez de Figueroa, alcaide de la cárcel de la ciudad de Santiago de Guatemala.

Entierros de los cadáveres de los familiares de los plateros y de los suyos

Siglo XIX 

En la Nueva Guatemala de la Asunción, a 6 de septiembre de 1817, murió Petrona Hernández, casada con Alexo Avila, platero, de 54 años de edad, no recibió ningún sacramento por su repentina muerte y por no haber avisado. Fue sepultado su cuerpo muerto en el Carmen.

Es posible que el apellido de la esposa difunta de Ávila esté errado, ya que él, en su testamento, otorgado en la Nueva Guatemala de la Asunción, el 5 de enero de 1810, declaró esto: Alejo Ávila, de oficio maestro platero, originario de la Antigua Guatemala, hijo de Gregorio Ávila y de Manuela Mérida, casado con Petrona González.

En la ciudad de Guatemala, a 5 de junio de 1869, murió Emigdio Álvarez, hijo legítimo de Patrocinio Álvarez y de N. N., de 79 años de edad, casado con doña Ana Delgado, fue un famoso platero, según la partida que contiene los datos del entierro de sus restos mortales, recibió los santos sacramentos, y fue sepultado su cadáver en un nicho del Cementerio General de la misma ciudad.

Instrumentos públicos otorgados por los hijos legítimos de los plateros

Siglo XVIII

Testamento otorgado por Pedro de Castro, soltero, vecino y natural de la ciudad de Santiago de Guatemala, hijo legítimo del alférez Pedro de Castro, maestro platero, y de doña Feliciana Iriondo, difuntos, vecinos que fueron de esa ciudad.

Declaró, por medio de esas disposiciones testamentarias, que estaba enfermo y postrado en cama de achaque, y pidió ser sepultado en la iglesia y convento del señor San Francisco de la misma ciudad, en la capilla del señor San Benito, pues era hermano de esa hermandad.

Manifestó que era su hermana Nicolasa de Castro, mujer legítima de Manuel José de Medina. El testamento está datado en la ciudad de Santiago de Guatemala el 31 de marzo de 1754.

Tres años después, mediante una escritura pública, Manuel José de Medina, Nicolasa y María de la Asunción de Castro e Iriondo, hijas legítimas del maestro platero Pedro de Castro, contrajeron una obligación crediticia.

Ubicación de las casas de la morada de uno de los plateros connotados del reino de Guatemala en la Nueva Guatemala de la Asunción

Me ha sido posible localizarla gracias a la información contenida en la Gaceta de Guatemala, t. VIII, núm. 337, fechado el lunes 12 de marzo de 1804, folio 1, en donde he encontrado este aviso:

«Aviso. Por el Juzgado de Provincia está en pregones la casa del maestro platero Manuel Antonio Avila (Manuel Antonio Ávila), cita en la calle de las Capuchinas para el Carmen, junto á la casa del lizenciado D. Pantaleon del Aguila (Pantaleón del Águila), su valor el de 3455 pesos 4 reales, y se está pregonando por las dos terceras partes que son 2304 pesos. Quien quisiere hacer postura ocurra á dicho Juzgado, mediante haberse mandado dar por nueve dias otros pregones que comenzaron el dia. 7, del corriente.».

Importancia de la Platería, ponderada respecto de las artesanías

En la Gaceta de Guatemala, t. I, núm. 41, datado el lunes 13 de noviembre de 1797, se hace esta ponderación, la cual nos ilustra sobre la gran estima con que era apreciado este metal precioso en la última parte cuarta del siglo XVIII en el reino de Guatemala, ya que en la fuente de la Historia señalada está la parte conducente de este artículo que ahora transcribo:

«EDUCACIÓN DE LOS ARTESANOS

No, mi respetable Rocion (Vease los Diálogos que tienen el nombre de éste ilustre discípulo de Platón y de Xenocrates, sobre la unión de la Moral con la Política 111), no es el trabajo quien envilece las almas, y mantiene en la ignorancia a la multitud ocupada en él.

Donde las costumbres gozan de un imperio lexitimo, donde la educación pública tiene por objeto hacer a los hombres lo que deben ser, y apartar todos los obstáculos que pueden oponerse a éste grado de perfección, allí el hombre trabajador és justo, noble, y todos lo son por que no hay uno que no trabaje.

Yo llamo educación pública, no la que se dá en las Universidades y colegios, sino la que proviene de los hombres, de sus costumbres y de sus opiniones: por que las costumbres públicas se nivelan por las domésticas, y donde éstas tienen cierto grado de bondad, aquellas le generalizan. El uso que aprende a hacer el hombre de sus facultades y de sus organos, lo aprende primero de la familia donde nace, no por que en ella se le den lecciones, sino por que en ella toma exemplos, los quales son el roze de las otras familias se consolidan o se extragan. Déseme un estado donde brillen las virtudes domésticas: en él brillarán también las costumbres públicas.

Se dice que entre la multitud ocupada en el trabajo de manos reynan generalmente pocas virtudes, mucha ignorancia, y los vicios de que ella es madre.

Examinemos las causas de ésta especie de degradación relativa en la parte más numerosa del linaje humano.

El sentimiento de Rocion és que los artesanos deben considerarse como otros tantos esclavos, sin patria, sin ningun interés en el bien o mal estar de la nación. Lo mismo, dicen, pensaban los hombres más grandes que tuvo la Grecia, Miliciades, Temistocles, Cimón &c. que favorecieron la aristocracia.

Lo mismo piensan todos los que no son artesanos en las naciones modernas, aunque guiados por muy distintos principios.

Una vez adoptada esta opinión cruel, sus efectos son visibles. El que sondea el corazón humano sabe que una ignominia injusta induce a merecerla. La opinión hizo viles a los artesanos en Atenas: era pues preciso que lo fuesen. Por otra parte el mayor número de los que exercían oficios en aquella república, se compone de libertos, y no es de extrañar que conservasen el hábito de la humillación y de la baxeza, que infunde la esclavitud, y lo transmitiesen a sus hijos. Nunca de un liberto se hizo un buen ciudadano.

Las artes en los pueblos actuales de la Europa tienen mas estimación a medida que son menos útiles en si, con relación a las primeras necesidades.

Lo mismo sucedió en las naciones antiguas, cuyo nombre no puede oirse sin respeto, luego que la serie progresiva de los conocimientos afinó las costumbres, o las corrompió como pretenden otros: en Esparta después de Lisandro, en Atenas gobernada por Pericles, y en Roma después de la caída de Cartago. Esta necia preocupación de estimar las artes en razón inversa de su utilidad real, si puede decirlo así, tiene un origen conocido; pero no por eso és mas fácil de desarraigar que las otras preocupaciones. 

Las artes mas útiles son las que ganan menos, por que el número de los obreros se proporciona a la necesidad, y lo que és necesario a todos debe estar a un precio que pueda soportar el pobre. Al contrario los otros trabajos, cuyo mérito consiste en la opinión, cuyo precio entra en parte de éste mérito, y que se estiman a proporción de lo que cuestan.

El aprecio que hace de ellos el rico, no viene de su uso, sino de que el pobre no los puede pagar.

De aquí resulta que el platero sea mas estimado que el herrero, mas el ebanista que el carpintero &c &c.

Si esta preocupación despareciese, si los hombres supiesen dar a las cosas su verdadero valor, y apreciar las artes por sus relaciones de utilidad o de comodidad, si el hierro tuviese a sus ojos mayor precio que el oro, y el vidrio mas que el diamante, los artesanos entonces merecerían ésta misma estimación, y destruida o modificada la opinión que los hace viles, dexarian de serlo, y se acercarían tanto mas a las otras clases, quanto fuese menor la distancia que los separase de ellas. 

Después de la agricultura, por exemplo, la primera y la más respetable de las artes, se estimaría en segundo lugar la herrería: la carpintería en tercero, y así de las demás, guardando un orden natural y juicioso, según el qual se considerarían todas por las relaciones de necesidad que enlazan unas con otras.

Así un albañil sería mas honrado que todos los lapidarios de Europa: asi desaparecería la distinción odiosa de artesanos y artistas que reprueba la sana razón: la palabra mecánico aplicada a ciertos oficios, perdería su uso, y se borraría de nuestro diccionario, donde con su definición se autoriza indirectamente la preocupación vulgar que hace baxos los oficios mas necesarios, y por consiguiente los que debieran ser mas nobles en toda república (1) (1- Campomanes).

Hay ciertas profesiones que hacen el alma inapiadable, como la de carnicero y de verdugo: hay también algunas que acostumbran a su pesar a quien las exerce a mentir y engañar, sin que apenas lo eche de ver; pero éstos oficios son en muy corto número, y no deben servir de regla respecto de los demás que no son peligrosos a las costumbres.

El mismo Tocion, para quien todo artesano mirado políticamente era un esclavo, quiere que los cargos y atenciones del gobierno se concedan a los labradores, como a los únicos que pueden tener probidad y amor a la patria.

Los exercicios campestres conservan el candor del alma y la inocencia de las costumbres en donde ésas no se hallan viciadas: es verdad; pero ésta regla admite muchas excepciones. 

Los Hilotas eran los labradores de Esparta: y qué hombres ha habido mas cobardes ni mas viles que los Hilotas?

Todos los Indios son labradores; pero en la simplicidad de su vida pastoral y campestre, mexclada de infinitas amarguras, no hay objeto alguno que recuerde a el espíritu la dulce ilusión de los tiempos patriarcales.

Se continuará»

Lista de plateros del siglo XVIII del reino de Guatemala

En este tiempo ya era menester tramitar unos autos para optar al título de maestro en Platería, y prueba de ello es que en el año de 1759 José de Montalva pidió la formación de esos autos para someterse al examen que le permitiría adquirir el título consabido.

Tres años más adelante Manuel Antonio Victoria recibió el título de maestro de Platería.

En el año de 1771 lo mismo sucedió en el caso de Pedro de Valenzuela, y el año siguiente, también en el de Juan Paz y Paredes.

En el año de 1772 don Pedro Rubio recibió su título de maestro de Platería, y en el mismo año:

Juan Ríos,

Francisco de Ávila,

Juan Miguel Espinosa,

Gregorio Ávila,

José Antonio de Paz de Ávila,

Juan Manuel Echevers,

Pedro José Carrillo, y

Feliciano Santa Cruz, pero no como maestro de Platería, sino como Batihoja.

En el año de 1775 José Antonio Álvarez presentó una instancia para que se le extendiera una matrícula en el Gremio de Plateros.

Luis de Ávila, en el año de 1777, recibió su título de maestro platero.

En el año de 1779, Manuel de Jesús de Ballenas, solicitó ser examinado para recibir el título de maestro platero.

Ignacio Mijangos, en el año de 1780, solicitó examen para optar al título de maestro platero.

El año siguiente próximo, José Antonio Girón, pidió lo mismo, y Carlos García para optar al título de Batihoja.

José Cañas, en el de 1782, solicitó una licencia para establecer una platería, y el mismo año, Manuel Guerra y Francisco Enríquez, exámenes para obtener los títulos de Batihojas.

En el año de 1783, Patricio Álvarez, Pablo Figueroa y José María Ávila, licencias para abrir platerías.

Manuel Solórzano, en el año de 1786, pidió que fuese examinado para conseguir el título de maestro platero.

Miguel Montes, oficial de platero, residía en el puerto de San Fernando de Omoa, provincia de Honduras, reino de Guatemala, el 26 de octubre de 1787.

Lista de plateros del siglo XIX del reino de Guatemala y de la república de Guatemala

La misma Gaceta de Guatemala, t. V, núm. 230, fechado el jueves 8 de octubre de 1801, vuelve a servirme como fuente de la Historia para proporcionar, al que estudie este artículo, la identificación de otro artista de la plata, quien vivía en este tiempo, puesto que en el ejemplar aludido se encuentra este artículo:

«Bellas Artes

Una Estatua de Vulcano, en Acción de dar con el martillo sobre el yunque; obra bien acabada de D. Martín Abarca. [Martín Abarca]

Dos cosas principalmente constituyen su mérito: la arrogancia de la postura, y la expresión de las musculaciones. 

Observándola con cuidado e inteligencia, se echa de ver que el muslo izquierdo tiene alguna desproporción, a causa del escorzo de la pierna. Pero el público ha hecho justicia al artista, uniéndose en celebrar y aplaudir la obra más completa que ha salido de sus manos.

Abarca es hijo de ésta escuela, donde se ha distinguido desde un principio por la rapidez de sus progresos.

Hoy es ya uno de los mejores escultores de la ciudad.

Si solo la hermosura de la encarnación hace en el día que de Nueva España, y de otras partes, se soliciten nuestras estatuas ¿qué no deberemos espera de Abarca, que sabe juntar la neutralidad con el arte, y de los otros jóvenes que empiezan a formarse a su exemplo? 

Un Busto de Jedeón, quasi del tamaño natural; por D. Cesario Fernández. [Cesáreo Fernández]

En el todo se advierte mucha prolijidad, dulzura y gusto.

Este alumno es de los más aplicados, y no puede dudarse que sobresaldrá con el tiempo.

Imitó el estilo romano en el ropaje, y faltó en ésta a la propiedad por seguir el uso.

Lo mismo és pintar al caudillo de los Israelitas en el trage de Cincinato, o de Scipion, que presentar a Alexandro en el teatro de casaca y espadín, o a Aristóteles discurriendo sobre las virtudes del tabaco; pero este defecto, por común y demasiado trivial, es disimulable en el presente estado de las artes, porque antes de soltar a no copiar otra cosa que la naturaleza, es necesario imitar y copiar los antiguos modelos con sus lunares y tachas.

No tiene asiento la piel que sirve de guarnición al manto; ni el peleteado es natural; y las dobleces del hombro izquierdo son abultadas y duras.

Sin embargo merece mucho aprecio Fernández.

De veinte jóvenes como él, ningún buen maestro dudaría sacar media docena de escultores excelentes.

Un Busto de Minerva, o más bien de Palas, algo más pequeño que el anterior; por D. Teodoro Flores. [Teodoro Flores]

No exagerémos, ni nos alucinemos por el falso amor de la patria, que comúnmente no és otra cosa que el amor paliado de nosotros mismos. 

Esta Minerva no es la de Homero.

La diosa de las artes ha inspirado muy tibia y desmayadamente a su autor en la expresión de sus atributos.

Nada nos recuerda que es la sabiduría misma, la virtud de Jovelo que tenemos delante; o bien que és la deidad feroz de la guerra, o el emblema del valor prudente de los Griegos. 

Considerándola sin embargo como hechura de Guatemala, y de un principiante que empieza sus obras mejor que las concluye, el conocedor tiene en ella mucho en que obstentar su indulgencia, el aficionado en que aplaudir, y ambos en que lamentarse de que a un terreno de tan bellas proporciones no se haya aplicado antes el riego de la buena enseñanza.

El rostro, aunque no sea de la graza diosa, es majestuoso y apacible.

Los adornos de la malla, que guarnecen el pecho, están bien egecutados. 

El ropaje está regular.

Mirada de perfil se advierte que tiene el morrión muy calado, de forma que la melena, que se extiende por la espalda, parece sobrepuesta.  

Flores: para dentro de tres años, acomete segunda vez a Minerva.  

Ella te ha dado la osadía de que empiezes por donde algún gran maestro no se ha atrevido a acabar.  

Ella misma te hará consumado en tu arte, si escuchas con docilidad sus preceptos, y si lo grande de la empresa no te dá presunción, la más funesta de todas las flaquezas de un artista. 

Tres Medios Relieves llaman ahora mi atención.  

El de Tito, como de media vara de diámetro, por Patricio Díaz, [Patricio Díaz] de edad de 15 años, tiene su mérito en el arreglado de los perfiles, y en el público de las carnes, aunque el cabello y laurel no están expresados con propiedad.  

El de Justiniano, como de una quarta, por D. Pedro Larrave, [Pedro Larrave] y el de Tito Livio del mismo tamaño, por D. José Bovadilla, [José Bobadilla] anuncian disposición, gusto, e ingenio. 

Otro tanto digo de los dos medallones en yeso con los bustos de Trajano y Vespasiano, por D. José Bejarano; [José Bejarano] obritas en que se descubre el deseo de sobrepujar a los más adelantados, tomando para ello con más empeño el fin que los principios. 

Pero dejemos los medios relieves, para decir dos palabras del medallón de plata de Mariano Valverde. [Mariano Valverde]  

Representa al Salvador, acompañado de S. Pedro, mandando salir a Lázaro del Sepulcro.  

Todo está trabajado a cincel por este joven, que no ha dos años es escultor de platería, y que con un gran fondo de aplicación y talento, tiene el genio pacífico y humilde; carácter de todos los grandes profesores.  

Lázaro, asperezado, y soñoliento, parece que despierta sobresaltado a la voz imperiosa del Salvador, que está en aptitud de articular el mandato, resplandeciendo en su semblante la majestad, y la dulzura.  

S. Pedro manifiesta en el suyo toda la admiración que requiere el pasage que observa.  

Las cabezas, manos, y pies tienen figura y naturalidad.  

Todo está en su lugar en esta obrita de prolijidad y gusto, que en su línea puede mirarse como perfecta, o como digna de colocarse entre las mejores de su arte. 

Gravado 

El joven España, de quien se ha hecho recomendable mención en esta noticia como dibujante, y una vez en la gazeta como gravador (No. 205), presentó en la solemnidad de los premios una lámina de a tercia, gravada por él en dulce.  

Representa al Rey N. S., en trage heroyco, sobre su trono.  

Guatemala personificada, en figura de una eydad, [sic] está hincada delante, en acción de presentarle un medallón de su retrato.  

Sobre un pedestal, al respaldo de ésta figura, hay una estatua, con otros atributos académicos; y la inscripción dice: GUATEMALA A CARLOS IV, PADRE DE LAS CIENCIAS, Y PROTECTOR DE LAS ARTES. 

Nada diré del mérito, o defectos de ésta lámina, por que andan egemplares de ella en manos de todos.  

Solo indico que será bien conservarla, y que para éste efecto es conveniente incluirla en la gazeta, si no hay razón que lo impida, a fin de compararla sucesivamente con las obras de estudio y empeño que promete darnos este joven, a quien nada falta en el día sino la continuación de egercicio y estímulo, y un poco más de soltura y desembarazo.».

Otra vez la Gaceta de Guatemala me ha servido, como fuente de la Historia que es, para lograr comunicar otras identificaciones de dos plateros de la Nueva Guatemala de la Asunción, ya que en el t. VIII de ese medio de comunicación de la época del Imperio español, núm. 341, correspondiente al lunes 9 de abril de 1804, folio 33, es palpable este aviso: 

«Aviso. En la plateria del Mtro. Antonio Avila se ha depositado una escribanía de plata, hecha por el Mtro. Miguel Guerra; ambos artifices de ésta Capital. Está tasada en mil ciento diez pesos y siete reales; y se rifa, con licencia del Superior Gobierno en novecientos pesos, que se completarán con ciento ochenta cedulas de á cinco pesos cada una. El citado Avila recibirá el importe de las suertes, dando el correspondiente resguardo de las cantidades que se le entreguen; y luego que se junte el total se celebrará la rifa con todas las formalidades necesarias para acreditar la legalidad del sorteo, y será una de ellas avisar con anticipacion en la gazeta el dia hora y sitio en que se verifica para que acudan á presenciarlo las personas que gusten; en inteligencia que las interesadas en las suertes podran alterar el método con que Avila disponga la rifa, á efecto dé que se verifique á gusto de los mismos accionistas que estén presentes. Y si por tardar en juntarse la cantidad, ó por otro motivo, se dilatase la rifa, se advierte que tendrán todos libertad de retirar su dinero quando gusten, y que el Mro. Avila lo devolverá, siendo á las mismas personas que lo hayan entregado, en qualquier dia y tiempo que se le pida.». 

La platería en Quetzaltenango 

Hoy Quetzaltenango es un departamento de la república de Guatemala, y allá igualmente se hicieron piezas de plata. 

Uno de los maestros plateros de Quetzaltenango fue José Antonio Hernández de Córdova, quien, al presentar su solicitud del examen para optar al título de maestro de Platería, pidió ejercer el arte en la jurisdicción de Quetzaltenango. 

Otro de los plateros de allá fue Hipólito Meoño, venido a la vida en Quetzaltenango en el año de 1775. 

Por su línea materna pertenecía a la familia De Escobar, familia antigua de aquel lugar, la cual contó, entre sus miembros, a varios artistas. 

Cuando Meoño obtuvo, en la Nueva Guatemala de la Asunción, su título de maestro de Platería, retornó a su tierra natal, y es posible que haya salido de sus manos la hermosa granada de plata, la cual sirvió, durante muchos años, de tabernáculo a Nuestro Amo, en el Altar Mayor de la iglesia parroquial del Espíritu Santo (hoy catedral de Quetzaltenango) 

Esta granada tenía un mecanismo curioso, movido por un cigüeñal, el cual era activado en los momentos en que se deseaba, o era debido, exponer al Divinísimo a la adoración del pueblo, lo que provocaba la apertura de las hojas hasta que la granada quedaba como un plato enorme, y a la inversa, hasta que quedaba cerrada completamente, configurándose así la granada.  

Con el decurso del tiempo el mecanismo aludido se descompuso, y en vez de que trataran de arreglarlo, deshicieron la granada con la mira de usar sus hojas para adornar algunos altares, y el interior del camarín de la imagen de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad de Quetzaltenango.  

Mariano Valverde, mencionado unos párrafos atrás, y su hijo Simón, ambos plateros notables, también ejercieron su arte en Quetzaltenango. 

El primero nació en el año de 1779, y el segundo, en Quetzaltenango, en el de 1815. El padre fue premiado, como platero excelente, por la “Real Sociedad Económica de Guatemala”, “Real Sociedad Patriótica de Guatemala” o “Real Sociedad Económica de Amantes de la Patria de Guatemala”. 

El Noble Ayuntamiento de Quetzaltenango encomendó a Mariano Valverde la hechura de las mazas de plata que debían portar los maceros de aquel cuerpo concejil en las grandes solemnidades, y este las entregó en el año de 1813, de acuerdo a un acta de ese año, y los miembros de esa Noble Corporación, las encontraron “(…) muy aseadas en su hechura y económicas en su costo.”, el cual ascendió a la cantidad de 112 pesos y reales. 

Las casas de la morada de Mariano Valverde contaban con una paja de agua para el servicio de las mismas, de acuerdo a la nómina de las pajas de agua que la Municipalidad tenía concedidas en provecho de las personas, cuyas casas que gozaban del líquido vital estaban afectas al pago del canon anual de cinco pesos, tanto las situadas afuera como las que estaban ubicadas adentro de la ciudad de Quetzaltenango, las cuales fueron concedidas desde el año de 1824, de conformidad con la lista copiada por el señor don Mariano Benítez, el día 6 de marzo de 1846, fecha en que abrió el libro becerro correspondiente, en uso de las facultades inherentes a su judicatura que ejerció como juez de aguas de la ciudad de Quetzaltenango.  

El listado consabido informa que las aludidas casas de la morada de Valverde (Razón núm. 6 de la nómina sabida) eran parte de la jurisdicción del cantón de San Nicolás de la ciudad de Quetzaltenango.  

He aquí lo que dice dicha razón: “Sr. Mariano Valverde, casa sita en el Cantón de San Nicolas. / Linda al Oriente, calle de por medio, casa del Sr. Antonio Mancilla; al Po- / niente, casa del finado Rivas; al Sur, casa de la finada Anselma Parrilla; / y al Norte, casa de la Sra. Catarina Valenzuela. “Fué inscrita a favor / de Benjamín Herrarte y Hermanos en 1924; y actualmente está inscrita a fa- / vor de don Tomás Loarca.-”. (Archivo Genealógico, Heráldico e Histórico del Marqués de Vistabella de Guatemala

La platería en Jalapa 

Hoy Jalapa es un departamento de la república de Guatemala, y allí también existieron piezas de plata, por lo menos eclesiásticas, ya que, respecto de las domésticas, ignoro si contaban o no con ellas allá. 

La plata eclesiástica que he logrado describir, por medio de este apartado, no fue hecha en la época republicana de la Historia de Guatemala, sino en la del tiempo del gobierno español, pues corresponde a los años anteriores al de 1812, pero como al presbítero párroco de allá le fue indispensable reparar las piezas de plata, existentes en su curato en el año de 1862, entonces he decidido incluir a esas piezas de plata entre las de la época republicana, a lo que es menester agregar la particularidad histórica de que el maestro de Platería que las remozó, en ese año de 1862, hizo su trabajo en la época republicana, y por esos las he incluido entre las piezas de plata de aquella época. 

Para comenzar con el relato de lo sucedido, en conexión con estas piezas de plata, he de decir que en uno de los libros del registro de la administración del sacramento del bautismo de la insigne iglesia parroquial Santa María Jalapa, el presbítero don Joaquín Manuel Pretel, cura párroco de aquella parroquial, asentó que, habiéndole concedido el reverendísimo e ilustrísimo señor obispo de Camaco, auxiliar de Guatemala, doctor don José María Barrutia y Cróquer, la licencia para reparar las alhajas de plata de esa iglesia, según documento precioso comprobante, contenido en un cuaderno de documentos interesantes del archivo eclesiástico de esa iglesia, al folio 10, se procedió a la refacción de dichas alhajas, por parte del artista de esa obra, don Bartolo Castilla, de la ciudad capital de la República, cuya refacción fue llevada a término con fondos destinados a la fábrica de la parroquial consabida, y cuyo costo ascendió a la cantidad de 65 pesos y 4 reales. 

Este sacerdote de Jesucristo, muy celoso de su administración eclesiástica, y para que sí pudiese proceder con el remozamiento de las alhajas aludidas, también asentó, en el libro referido, que recabó el consentimiento primeramente del señor gobernador, don Manuel Sánchez, y luego el de los indígenas principales de la Villa de Jalapa, y el de los cofrades del Señor, y de la Santísima Virgen de La Expectación. 

Después de concluido el requerimiento de los permisos descritos en el párrafo inmediatamente antecedente a este, procedió a iniciar los trabajos de reparación señalados, y por lo mismo, ellos entregaron al señor cura “una lampara de plata biejisima propiedad del Señor / de Jalapa para la citada obra la cual peso ochen- / ta y cinco onzas dos ochavas como consta en el / citado cuaderno de la misma foja p.r la plania de Maestro (…)”. 

En cuanto al modo en que el señor cura procedió se sabe que primero «mande hacer canutos [sic] nuevos a la Cruz / alta parroquial que no tenia mas qe la hasta de / madera muy mal trabajada.». 

También se dedicó a ordenar al maestro platero que reparara los dos ciriales que acompañaban a esa Cruz Alta Parroquial, ya «que estaban hechos pedasos y / abollados como igualmente la Cetra, dos candeleros / una Cruz chiquita procesionaria; un par de bi- / najeras y el Abalo de Su Majestad, sumam.te / deteriorado todo lo referido se compuso perfec- / tamente y lo mandé nuevamente á lustrar.». 

Tocante a la cantidad de plata que fue empleada, el padre Pretel escribió esto: 

«En la vara de la Cruz entraron y se emplearon / treinta y ocho onzas de plata. / En remachar los canutos de los ciriales una onza. / En remendar las demas piesas, otra onza y sobraron / cuarenta y cinco onzas dos ochavas las que / imbertiré cuando halla lugar en una cajuela p.a / la purificacion de los dedos del Sacerdote cuando / se de la Comunion a los fieles en ocasiones / necesarias que no se este celebrando; esta piesa / es sumamente necesaria en una Parroquia.  / Como igualmente hacer un trono para el divinisimo / en el mismo altar mayor ó pijide [píxide] pues el que hay / es sumamente reducido que el copon con la Cruz no / cabe. / Tambien es necesario en una Parroquia tener un Caliz á / proposito para el Juebes y Viernes Santo» 

Para finalizar, el sacerdote asentó, por diligencia, que después de concluida la obra referida, de lo cual quedó enterado, mediante el aviso que recibió por parte del maestro artista «Dn Bartolo Castilla» (Bartolo Castilla) se preparó el “Yndigno Parroco de esta Ylustre Villa que lo / es Juaquin Manuel Pretel [Joaquín Manuel Pretel] escribió este, acompañado por el señor alcalde segundo, don Doroteo Sánchez, y por toda la Municipalidad indígena, para recibirla, y al efecto, dichas alhajas de plata de esa iglesia parroquial salieron al encuentro de la población, por medio de un repique solemne de campanas, el cual, el señor cura, mandó dar a arrebato, motivado por la celebridad de tan laudable objeto, y conclusión de la obra, pospuesta durante 50 años en que fue puesta al olvido, alhajas de plata que fueron conducidas desde la ciudad capital a esa Villa, por el señor don Miguel Jiménez, digno gobernador indígena, que en el tiempo del remozamiento de las mismas, ejercía ese puesto, quien, ese día de la conclusión de la obra, iba acompañado por 24 personas principales, y por los cofrades de la Santísima Virgen de La Expectación, titular «de esta Ylustre Villa de Jalapa.», señaló el sacerdote, el cual tomó la decisión de que para que constase por escrito la relación consabida, firmó la relación anterior en la casa parroquial de Santa María Jalapa a 2 de junio de 1862. 

Una de las cucharas de la época republicana de la Platería de Guatemala, la cual perteneció al lote de plata labrada y doméstica de la quetzalteca doña Candelaria Limón y Marroquín (Gutiérrez Marroquín) de Aparicio (1800-1861) que ella citó, como repartido entre sus hijos y herederos, en la cláusula 5a de sus disposiciones testamentarias, dictadas ante el escribano nacional don Juan Andreu y Pérez en la Nueva Guatemala de la Asunción el 17 de febrero de 1861